Heridas

Hay heridas que dejan huellas en el corazon...

martes, 19 de febrero de 2013

Mi despedida

Amada mía,

Triste es que nuestros destinos no hayan sido compatibles, sin embargo, me quedo con la dulce imagen que mis ojos vieron aquel 18 de diciembre de 2012, ya casi al caer la tarde. Tenías ese temor natural de saber si lo que sentíamos ambos era real o quizás no. Nos vimos y nos abrazábamos en un instante que para mí fue como pretender que yo ya tocaba el paraíso con mis manos. No lo niego, pero me quedé brutalmente enamorado de tu persona.

Jamás te vi como capricho, mucho menos obsesión. Sin embargo, ya sabías que eras deseada y amada por mi ser... Y solamente Dios me ha de juzgar porque en este amor que ahora tengo que volver a guardar, no me hubiera importado la Sentencia Divina a condenación por tan sólo marcar la diferencia ente amarte... O pecar contigo.

Ahora no somos nada, nada ata ni desata... Ni obliga a buscar culpables. Pago el precio por haberte amado sin haberte conocido del todo, y bien sabía perfectamente que tú no querías herirme. Y sí así fuera, te amaría con ternura. Amas mi ser, y yo te amo a ti por completo... Pero tengo que entender que la más bella ilusión resulta en tiempo la que más dolor causa. Ambos fuimos valientes en ese lapso tan corto de amor: tú con tus inseguridades y temores, yo con mi decisión de verte y decírtelo en tu faz... ¡Te amo!

Y ahora que sé... No puede ser. No hay química, nuestras esencias no dieron luz verde para desatar ese deseo que estaba agazapado en el corazón de ambos. De lo que estoy seguro, es que no sentiré otra vez esas sensaciones que hiciste que disfrutara y padeciera por igual. Me causaste necesidades fuertes de ti, y yo te hice reaccionar como una niña porque el amor también asomó a tus ojos. Y honestamente quise ser el huésped de tu mirar... No te culpo, ni te reprocho nada... los sentimientos se dieron libremente. Te agradezco dulce y sacratísima dama de mi vida el que me hayas hecho sentir inspiración, cariño, afecto, amor y deseo. Ahora sólo me resta irme y sé que tú no crees en los finales de cuento de princesas.

Te amé y honestamente imité a los que en Jesús creyeron sin haber visto.

Gracias, gracias por hacerme un espacio en tu alma, corazón y mente aunque fuese por corto tiempo.

Personas como tú no merecen ser lastimadas con un burdo y seco adiós. La gente va y viene, pero las personas son las que nutren.

Duele decir que ya no debo amarte más...

L.V.V. ¡Seas bendita para siempre!

Tuyo en alma, mente y cuerpo... En el tiempo y en el no tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario